domingo, 11 de octubre de 2015

Wasp: Reseña de Golgotha


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Nada menos que seis largos años hemos tenido que esperar los fieles seguidores de W.A.S.P. para que Steven Edward Duren (más conocido por todos como Blackie Lawless), líder indiscutible del grupo, nos regale un nuevo trabajo discográfico. Es la primera vez, desde que se iniciase su periplo musical allá por el año 1984, que transcurre tanto tiempo entre un álbum y otro. Entremedio, un accidente automovilístico que supuso una fractura en la pierna del propio Blackie, y su consiguiente amplio tiempo de reposo... teniendo que cancelar toda su gira '30 Years Of Thunder' por Europa. Una vez restablecido, el grupo pudo cumplir sus compromisos adquiridos.

Hablar de W.A.S.P. es hablar de uno de los grupos más significativos y respetados en la historia del Heavy-Rock por cientos de miles de apasionados a este rollo. Sus inicios, siempre polémicos, y perseguidos hasta la saciedad por el P.M.R.C. (censura musical en USA), tiene su punto clave cuando en el año de su debut, 1984, el sello discográfico Capitol Records no incluye en su álbum-homónimo el tema-himno "Animal (Fuck Like A Beast)" debido a la negativa por parte de las tiendas de discos a vender un producto que contenía un alto y explícito contenido sexual (escandaloso en aquella época, sobre todo para el sector más conservador de la sociedad norteamericana).
"Animal" solo pudo ser comercializado, por aquel entonces, en territorio europeo, gracias al acuerdo que alcanzó Blackie Lawless con la compañía Music For Nations. Se editó solamente en modo single (aún así también fué prohibido en algunos países del viejo continente).

La escandalosa fama que tenía el grupo en sus conciertos solo hizo acrecentar aún más su popularidad... los llamados "fanáticos de la carne cruda" (con esos legendarios espectáculos arrojando trozos de carne de algún animal al público, baños de sangre y sodomización a una chica virgen), tuvieron que cancelar algunos de sus 'shows', en la década de los 80s, por amenazas de bomba.

Sin dudas una etapa salvaje y sumamente provocadora, llena de excesos como la mítica imagen de su guitarrista Chris Homes borracho de vodka en la piscina de su casa ante la mirada de su madre, que se plasmó en el documental "The Decline Of Western Civilization Part II: The Metal Years" dirigido por Penelope Spheeris.
Para la memoria del género nos quedó dicho ciclo 'sanguinario' del grupo, estampados en cuatro imprescindibles obras como fueron "W.A.S.P./The Last Command/Inside The Electric Circus/The Headless Children".

Sin embargo, es ya con "The Headless Children" donde se adivinaba un cambio en la dirección musical de W.A.S.P., con temas compositivamente más trabajados y dotados de otro tipo de temática letrística que se alejaba de sus inicios, aunque toda la fuerza -tan inherente en el grupo- continuaba intacta...
...Una evolución en su sonido que sería muy notoria cuando en pleno año 1992 Blackie Lawless confeccionó su obra maestra "The Crimson Idol", una historia conceptual con la cual W.A.S.P. tocó techo musicalmente hablando. Ya en aquellas fechas, su guitarrista Chris Holmes había abandonado la formación debido a sus problemas con el alcohol (retornaría al grupo algunos años después para editar tres discos, pero nuevamente fue despedido).

A partir de ahí, W.A.S.P. continuó lanzando discos con desigual fortuna respecto a anteriores trabajos (incluso un intento de repetir gloria en 2004 con otra obra conceptual como fue "The Neon God", pero no llegó a tener la repercusión del monumental disco del año '92), aunque siempre manteniendo ese mínimo de calidad exigible... hasta el día de hoy, en el cual podemos disfrutar de su flamante álbum "Golgotha".
Entrando de lleno en el contenido de este nuevo disco, encontramos todas esas referencias letrísticas que Blackie Lawless viene realizando desde hace ya varios años; es decir, la espiritualidad del ser y la constante búsqueda del sentido de la vida (ya véis lo que ha cambiado Mr. Lawless con respecto a sus comienzos), reflejadas en el monte a las afueras de Jerusalén donde Jesucristo vivió su particular 'calvario'... su "Golgotha".

Como ya venía advirtiendo Blackie en sus declaraciones, el álbum viene a proseguir la línea marcada en sus dos anteriores plásticos "Dominator" y "Babylon", y el primer tema "Scream" así lo constata, adquiriendo las mismas estructuras y sonido de "Crazy" (corte con el cual abrían el álbum del año 2009)... Una pieza directa, equilibrada y con gancho, en la que Lawless realiza una mirada retrospectiva a la dorada década ochentera con bastante acierto.

El primer corte filtrado y que conocimos de esta última obra fue "Last Runaway", con el que el grupo se desmarca un poco del concepto general para presentarnos un sonido Hard-Rock algo más melódico/pegadizo, y donde se adivinan ciertas influencias/sabor al "New Jersey" de Bon Jovi (sobre todo en su tramo final)... no obstante tampoco hay que inquietarse en demasía, ya que se sigue respirando el distintivo 'sello W.A.S.P.' en su definición...

...Aunque para el que suscribe, innegablemente Blackie Lawless llega a uno de los puntos más altos y kilométricos de su carrera con el tremendo pelotazo "Shotgun". Y es que ya desde el inicio, con ese ritmo de guitarra tan a lo "9.5. - N.A.S.T.Y.", cualquier incondicional seguidor del grupo puede pronosticar que está ante algo fuera de lo normal...
El corte se puede definir como el típico himnazo Heavy-Rock que tan bien se le da componer al viejo Blackie, dotado de esa característica interpretación vocal 100% W.A.S.P. de toda la vida y con una actitud que mata. Simplemente genial, otra vuelta de tuerca a los mágicos 80s.

A partir de este punto del plástico el sonido del mismo muta a palpables tintes dramáticos... y para corroborarlo nos llega la profunda y larga balada "Miss You", muy en boga con las armonías desplegadas en los discos "The Crimson Idol" y "Still Not Black Enough", con esa esencia trágica y donde podemos gozar, en su final, de un categórico -a la par que nostálgico- solo de guitarra a cargo de Doug Blair que se graba a fuego.
El tono desesperanzador, cargado de una apasionada y oscura belleza rítmica, se sigue mascando en temas como "Fallen Under"; asimismo, dentro de esta misma trayectoria/tendencia, se pueden meter temas como "Eyes Of My Maker" (destacando su melódico estribillo y el fraseo final de Doug Blair) o "Hero Of The World", que nuevamente nos retrotrae al álbum de 1995 "Still Not Black Enough", ganando fuerza en su progresión y provisto del adecuado acierto vocal que habitualmente sabe otorgar Blackie Lawless con su desgarrado, inconfundible e inimitable registro.

Otro de los momentos clave de la obra aparece con el tema épico (de algo más de siete minutos) "Slaves Of The New World Order", una pieza cargada de intensidad que convencerá, a buen seguro, a todos aquellos que disfrutaron con contenidos bien desarrollados en el plano interpretativo como "Thunderhead" o "Chainsaw Charlie", despuntando, con solvencia, la tarea que ejecuta Blair en las seis cuerdas.
El cierre nos llega de la mano del tema-título "Golgotha", un medio-tiempo extenso en duración (nuevamente sobrepasando los siete minutos) donde se incide en la vertiente estremecedora del álbum, con cuidadas melodías y una capacitada labor vocal del gran Blackie. Aunque tal vez lo más atractivo, de este último corte, es el inmenso solo de guitarra que otra vez se marca el inconmensurable Doug Blair, desde su tramo intermedio hasta el final, muy evocador, de esencia melancólica y que redondea otro de los cortes más llamativos de este reciente trabajo discográfico.
En definitiva, retorno de una de las leyendas del Heavy-Rock ochentero, y haciéndolo con la destreza musical tan habitual en este grupo (o más bien en su líder-compositor Blackie Lawless). Un disco que difícilmente defraudará a los seguidores de W.A.S.P. y que estará entre lo más destacado del año dentro del género, aunque desde mi más sincera opinión y siendo lo más objetivo que pueda ser un declarado seguidor de las huestes de Blackie Lawless (desde los años 80s), queda por debajo de auténticas joyas como "The Last Command", "The Headless Children" o el descomunal "The Crimson Idol"...
Aún así, el álbum posee los suficientes y convincentes argumentos musicales -en su conjunto- como para concederle los 4 horns.

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